LA ESCALERA
Subimos y bajamos por escaleras. Pero eso era antes del invento de los ascensores, hoy rápidos y cómodos, aunque siempre hay escaleras por si los ascensores fallan. Subir y bajar. Una constante eterna en la humanidad. Incluso decimos lo de subir al cielo y bajar a los infiernos.
En la torre de Babel había una escalera inmensa con una altura infinita por la que subían y bajaban gentes que no se entendían, un precedente de los políticos de ahora. Y cuando era pequeño uno de mis juguetes preferidos era un camión de bomberos, de madera, con escalera que se desplegaba y todo. Por eso voy a hablar de una escalera burgalesa que tiene muchos bemoles. No es la del Sarmental, en la Catedral, bonita como pocas, ni son las de subida a Fernán González o al Castillo, antiguas como la ciudad misma. Es la escalera de los bomberos, que tienen una escalera a la que detestan, por vieja, por antigualla, por inútil, por ineficaz, por peligrosa. Y es que, conociendo la historia de la escalera, no me extraña que los bomberos tengan razón. Su antigüedad es casi infinita, tanto como la del caballo de Troya. Su inutilidad contrastada, pues no llega a muchas de las viviendas de la ciudad al no pasar de cierta altura. Y su peligrosidad evidente, por inestable. O sea, que es mejor no utilizarla para nada.
Con lo que los habitantes de esta ciudadela nos preguntamos: si dejan levantar altos mamotretos a los que no puede llegar la escalera, si no puede maniobrar de forma adecuada, si no es segura para quienes se suben a élla, entonces ¿para qué queremos la escalera? Venderla no es posible, pues comprador no habrá; repararla es inútil pues no admite reparaciones. Ponerla en el museo de las momias burgalesas, el de la calle Miranda, es imposible, porque hay montones de espaditas y no cabe. Entonces ¿qué podemos hacer con élla? Y la respuesta es sencilla: desmontarla y aprovechar las piezas para un mecano como los que teníamos de chavales, aunque ahora fuese un mecano grande. Y eso sí, desear que el sentido común prevalezca sobre criterios autoritarios y convenza a los señores que administran nuestra pasta gansa de que nuestra vida, la de los bomberos, e incluso la suya, pueden depender de que en nuestra ciudad haya una escalera de incendios de verdad, y no esa porquería que no sirve para nada. Bueno, sí, para desmontarla y jugar a los mecanos. Diario de Burgos. 20.2.08
Subimos y bajamos por escaleras. Pero eso era antes del invento de los ascensores, hoy rápidos y cómodos, aunque siempre hay escaleras por si los ascensores fallan. Subir y bajar. Una constante eterna en la humanidad. Incluso decimos lo de subir al cielo y bajar a los infiernos.
En la torre de Babel había una escalera inmensa con una altura infinita por la que subían y bajaban gentes que no se entendían, un precedente de los políticos de ahora. Y cuando era pequeño uno de mis juguetes preferidos era un camión de bomberos, de madera, con escalera que se desplegaba y todo. Por eso voy a hablar de una escalera burgalesa que tiene muchos bemoles. No es la del Sarmental, en la Catedral, bonita como pocas, ni son las de subida a Fernán González o al Castillo, antiguas como la ciudad misma. Es la escalera de los bomberos, que tienen una escalera a la que detestan, por vieja, por antigualla, por inútil, por ineficaz, por peligrosa. Y es que, conociendo la historia de la escalera, no me extraña que los bomberos tengan razón. Su antigüedad es casi infinita, tanto como la del caballo de Troya. Su inutilidad contrastada, pues no llega a muchas de las viviendas de la ciudad al no pasar de cierta altura. Y su peligrosidad evidente, por inestable. O sea, que es mejor no utilizarla para nada.
Con lo que los habitantes de esta ciudadela nos preguntamos: si dejan levantar altos mamotretos a los que no puede llegar la escalera, si no puede maniobrar de forma adecuada, si no es segura para quienes se suben a élla, entonces ¿para qué queremos la escalera? Venderla no es posible, pues comprador no habrá; repararla es inútil pues no admite reparaciones. Ponerla en el museo de las momias burgalesas, el de la calle Miranda, es imposible, porque hay montones de espaditas y no cabe. Entonces ¿qué podemos hacer con élla? Y la respuesta es sencilla: desmontarla y aprovechar las piezas para un mecano como los que teníamos de chavales, aunque ahora fuese un mecano grande. Y eso sí, desear que el sentido común prevalezca sobre criterios autoritarios y convenza a los señores que administran nuestra pasta gansa de que nuestra vida, la de los bomberos, e incluso la suya, pueden depender de que en nuestra ciudad haya una escalera de incendios de verdad, y no esa porquería que no sirve para nada. Bueno, sí, para desmontarla y jugar a los mecanos. Diario de Burgos. 20.2.08
10 comentarios:
En estos tiempos llegamos al absurdo de hacer edificios faraónicos pero no tener para una escalera de bomberos. No se puede jugar con fuego...
Es que Burgos ha evolucionado a la inversa desde que se construyó la catedral, y esa evolución ha sido hacia liliput o la ciudad de los pin y pon, miniteatro (en este la escalera llega), miniestadio y miniequipo, minishipermercados (el corte inglés es de risa) y miniscomercios (las franquicias también se instalan en plan mini por si acaso), minicircunvalación... no sigo porque ya lo de la escalera de los bomberos me ha llegado... snif, snif. :(
Hola, Pedro. Sí, es un sinsentido autorizar alturas a las que no se pueda llegar. Imagínate que el edificio Windsor hubiese estado con gente cuando sucedió el incendio. Por muchos medios de evacuación y automatismos contra el fuego, si no se puede llegar desde fuera, malo. Los bomberos están cabreados, también por otras cosas, pero en esto de la escalera es que llevan toda la razón.
Y hola, Mafaldia. Tienes razón. Yo también lo veo todo de risa, y lo que más pena me da es ese minicomercio que con sus minicomerciantes se aferran a sus miniganancias. También se trata de minimentes... Qué le vamos a hacer. Un saludo
leí este artículo en la hojarasca, en el cafetito de la mañana, acompañado de alguno de mis incondicionales. Se quedaron perplejos al verme espetar una carcajada indiscreta a la altura de la calle Miranda.
Muy bueno Manza.
Gracias por su columna que en cierta manera repara el daño que nos hizo en nuestra imagen pública la anterior vez que se refirió a nosotros(sin mala fe me aseguran). Pues sí, en eso de la escalera tenemos razón, sobre todo porque no es algo que reclamamos para nosotros sino para la seguridad del ciudadano. Cuando algún conocido me para por la calle y me pregunta "¿Qué? ¿Ya os van a comprar la escalera? yo le respondo: "¿Cómo que NOS van a compar? ¿Es que tú sabes volar?"
Y respecto a otras reivindicaciones no le quepa duda de que también nos asiste la razón. El propio Ayuntamiento reconoce que estamos peor pagados que bomberos de otras ciudades como Salamanca o León que tienen menor riesgo (mucha menos industria), menor población y menos tráfico rodado.
Amigo Sergei. En modo alguno quise en aquel entonces ofender a mis queridos bomberos, ni creo hubiese habido daño alguno, sino que todo pudo deberse a una interpretación errónea. No solamente no tomé en cuenta la carta publicada por David, sino que la incorporé al blog literalmente. Y por supuesto que siempre he estado y estoy del lado de quienes, como vosotros, protegéis de verdad la seguridad de los burgaleses. Es más, tengo estudiado en profundidad un tema de seguridad que nos atañe a todos y que en el Ayuntamiento les trae sin cuidado, porque la administración funciona así. Un afectuoso saludo
Hola, Caelio. No te había leído antes. Me intrigas ¿por qué la carrcajada a la altura de la calle Miranda? Un saludo. Manzacosas
La carcajada venía a cuento por los montones de espaditas.
Pude preguntar a un erudito de la Historia, reconocido a nivel nacional, sobre las dudas en la autenticidad de la espada cidiana. Su respuesta no pudo ser más a la gallega: "es cuestión de fe, ni sí ni no". Claro como aquí, en la ciudadela tenemos mucha fe en todo lo relacionado con el mercenario, pues no hay discusión al respecto.
Sobre la escalera, es uno más de los problemas de dejadez del Ayto. En autobuses, la dejadez se resolvió de un plumazo. Se reemplazó la casi totalidad de vehículos con un golpe de talonario.
saludos Manza, ese cafetito me supo a teta.
Hombre, gracias. Ahora entiendo lo de la carcajada. Y es que ese museo está lleno de espaditas y, como todos sabemos, la del cid ese es más falsa que Judas. Pero como ha costado una pasta gansa a algún ingenuo pues alguien ha salido beneficiado. A mí no me importa que la gente gane dinero, pues siempre ha habido incautos. Lo que me molesta de verdad es el cuento que le echan a la cosa y el engaño en que sumen a la ciudadanía. Graias y un saludo
Espero que para cuando llegue mi comentario (ahora) ya tengan sus escaleras super modernas y al dia y con los restos de las antiguas os podais hacer vuestros mecanos... Besotes, M.
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