domingo, 30 de noviembre de 2008

EL QUESO



EL QUESO

Hola. Pues no sé de dónde viene la expresión esa de “se la han dado con queso”, porque el queso siempre me ha parecido un manjar delicioso. Hablo sobre él porque en La Hoja Parroquial del domingo se publicaba un artículo sobre el queso de Burgos y esto me trajo ciertos recuerdos queseros.

Se hablaba en el artículo de dos formas fundamentales de elaborar quesos, y de dos fuentes de materia prima, aunque haya más (por ejemplo, la leche de cabra) y se llegaba a la conclusión de que el queso de Burgos elaborado al estilo tradicional con leche de oveja es excelente. Totalmente de acuerdo, siempre que sea leche de churra y que, claro está, se elabore como siempre.

Porque hoy hay otra forma de elaborar el queso, con máquinas supermodernas que ahorran tiempo y consiguen sacar los quesos al mercado antes. Está claro que es un negocio legitimo, pero no se trata de queso auténtico.

Y critico también al afamado queso de Burgos, ese tierno y esponjoso (al menos debiera ser esponjoso) que se hace en pocos días, en pocos días se vende y que se come de una dentellada. No niego que sea bueno y que tenga sus partidarios, pero creo que el auténtico queso de Burgos es el referido en primer lugar.

Hace unos 30 años viajaba con un cliente amigo ¿hoy, por suerte para él como es amigo? y volvíamos de Euskadi, concretamente de Donosti a Burgos. Mi amigo cliente se acordó al llegar a Idiazçabal de que tenia que hacer una llamada, y como entonces no había móviles ni la madre que los fundó, pues paramos en el pueblo para buscar un teléfono y entramos en la taberna del pueblo. Era un sitio lúgubre, oscuro, y estaba claro que ahorraban luz por la crisis que entonces había ¿aquello era crisis de verdad, no la pantomima de ahora? El tabernero nos tomo la medida nada más entrar y cuando mi amigo le preguntó por el teléfono le contestó en euskera aun sabiendo castellano. Pero como mi amigo sabía euskera le preguntó en ese idioma y para referirse al teléfono lo llamó telefonua, lo que era debida a que en el euskera de entonces, todavía no desarrollado, no habían encontrado en euskera las palabras relativas a los inventos modernos. Hoy sí tienen ya la palabra en euskera, y es una expresión que traducida al castellano quiere decir aparato para hablar a distancia, Muy lógico. Bueno, a lo que iba. En la barra no había nada, salvo un queso, grandecito, anaranjado, y entero. Me interesé por el queso a través del interprete y se me contó que era de allí, de Idiazabal, y que estaba hecho arriba, en la montaña por un pastor ovejero. Quise comprarlo y se me pidió una cifra desorbitada, 1.000 pelas de las de entonces. No lo dudé y dije que le compraba entero a pesar del precio, que el tabernero justificó porque era el único queso que le quedaba y se lo iba dando a los parroquianos lentamente con sus vasitos de clacol÷i, sidra o vino tinto, que de todo vendía el cuco ese. Bien, me traje el queso a Burgos, y aseguro que en mi vida he probado una cosa más deliciosa y bien hecha. Y os aseguro que los quesos de Idiazçabal de hoy nada tienen que ver con aquel queso por una razón sencilla. Ya están industrializados, los hacen con máquinas y si bien tienen un concurso anual y pagan burradas por el queso campeón, es que a ese campeonato solamente presentan quesos hechos artesanalmente, pero los que nos venden en las tiendas de Idiazçabal son de maquinita. Así que ojo con los engaños. Y si queremos un buen queso, a buen precio y de garantía, tenemos el curado de leche de oveja churra de Burgos, que es de lo mejorcito de nuestro país. En serio. Viva el queso. Facultad de Medicina.