martes, 29 de julio de 2008

CIENTO VEINTE MIL

CIENTO VEINTE MIL

Pastillas de éxtasis. Es lo que, según leo, han decomisado hace poco en Madrid en vísperas de un conciertazo de esos de rock que reúnen a miles de aficionados a la música y otras cosas. Estaban listas para ser repartidas en el concierto y suponen un movimiento económico de mucho dinerillo.

Pero suponen algo más. Suponen la manifestación de una especie de cultura (así lo llaman los interesados en el negocio) o de una libertad, expresiones a las que se agarran quienes están interesados en que eso exista precisamente porque se mueve muchísimo dinero, que es en el fondo de lo que se trata.

¿Quién gana con tales eventos? Está claro que ganan quienes pululan alrededor de esos conciertos, desde los montadores de las torres de miles de decibelios, hasta los propios intervinientes en los conciertos, pasando por sus representantes, agencias de viajes, suministradores de agua, bebidas, bocadillos, camisetas, logotipos, eso que llaman logística. Y, por supuesto, los proveedores de pastillejas.

Y ¿quién pierde? Pues los jóvenes. Sencillamente, los jóvenes, porque no solamente entierran tiempo y dinero en esos acontecimientos, sino porque se alejan de otro tipo de ocupaciones bastante más sensatas mientras andan pensando en esas reuniones multitudinarias a las que acuden ávidos de sensaciones, pero solamente de sensaciones, sin que las mismas lleven otra cosa consigo.

En agosto nos espera en Burgos un macroconcierto de esos que alguien se ocupa de organizar. En esta ocasión lo hacen al aire libre, en Fuentes Blancas, e incluso hay posibilidad de acampar en las cercanías, para no perderse nada. Parece ser que ya hubo uno el año pasado, y también parece ser que esto se repite por toda la geografía española, o sea que se ha puesto de moda. Por cierto que alguna autoridad (¿se la puede llamar así?) debe autorizar tales eventos pastilleriles.

Veremos qué pasa con las pastillitas y sus proveedores. Facultad de Medicina.

domingo, 20 de julio de 2008

A MATAR

A MATAR

En El País Semanal del 15 de junio aparece una interesante entrevista a Allan Mallinson, comandante retirado de los húsares del ejército británico, nacido en 1.949, que se dedica a escribir novelas militares históricas de le época de Napoleón, con gran éxito.

Se le entrevista en un club militar, por supuesto machista. Aparecen fotos suyas, se advierte que es ya un hombre maduro, fornido, elegante como todo británico que se precie, y contesta ampliamente a las preguntas que se le formulan relativas a su carrera militar, haciendo comparaciones entre los distintos ejércitos, sobre todo desde el punto de vista histórico. Pero hay alguna afirmación suya, formulada de manera rotunda, que es preocupante, entre las cuales destaco, por ser la que más me llamó la atención, la de que “LA MUERTE Y EL MATAR FORMAN PARTE DE LA CONDICIÓN MILITAR”

Relaciono este tema con lo que no hace mucho oí en televisión, al tiempo que veía su imagen, a uno de los jerifaltes del partido popular cuando se produjo el secuestro de un barco pesquero español en aguas bien lejanas y la aventura se zanjó felizmente mediante el pago de un rescate. Se dio la circunstancia de que una fragata de nuestra Armada fue enviada a aguas de la zona para escoltar al pesquero, y se especuló con la posibilidad de que hubiesen mediado los marinos españoles en el pago del rescate, lo que no era cierto aunque sí medió el gobierno español. Lo que dijo este buen hombre al respecto fue que LOS MILITARES NO ESTÁN PARA PAGAR, SINO PARA DISPARAR. Se trataba del amigo Trillo, jurídico de la Armada, el que mandó colocar una gran bandera de todos los españoles en la Plaza de Colón, el de la isla Perejil, que nos costó un serio incidente diplomático. Su padre fue gobernador civil (1.973) de Burgos, y también era jurídico de la Armada.

O sea, que en todas parte cuecen habas y en todas partes nos encontramos personajes que son partidarios del disparo y de la muerte, que admiten como natural el hecho de que una persona pueda matar a otra, que siguen pensando, como si la historia no nos hubiese enseñado nada, que si no puedes convencer a alguien puedes dispararle, que puedes eliminar a quien no piensa como tú, que quien no piensa como tú puede ser un enemigo a batir. ¿Tantas lecciones nos da la historia para esto...? ¿Tan poco hemos aprendido? De verdad que es triste la condición humana. Facultad de Medicina.

viernes, 18 de julio de 2008

LERMA

LERMA

Esta entrada va dedicada especialmente a FERNANDO MANERO, cuyo blog he descubierto hace poco por indicación de MERCHE PALLARÉS, una de mis asiduas y creo que asidua de todos. Y se lo dedico por dos razones, una que me gusta su blog y sus contenidos, aunque pueda discrepar en ocasiones, como todo el mundo. Y otra porque he intentado sin éxito meter un comentario en su entrada del domingo 13 de julio, dedicada a Lerma, en la que aparece una foto parecida a la que añado a este comentario.

En esa entrada tanto FERNANDO como MERCHE como algún otro son partidarios de eliminar el acceso con vehículos a la Plaza Mayor, donde está el Palacio ducal. Añadiré que conozco Lerma y su problemática desde hará unos 40 años. El Palacio ducal era propiedad de una familia, por mí bien conocida, que estaba deseando deshacerse de él. Pasaban los años y no lo conseguía. Lo habían arrendado por espacios y había diversos negocios establecidos allí. Las rentas eran muy bajas y el mantenimiento muy caro. Lo ví por dentro entonces en varias ocasiones y me fijé en una escalinata de piedra, maravillosa, y me enseñaron uno de los accesos secretos que comunicaba el palacio con un convento cercano. Había más accesos. Y dado que el palacio fue erigido por el duque de Lerma, uno de los mayores sinvergüenzas y especuladores de nuestra historia, para su solaz personal, y se levantaron varios conventos al calor de la riqueza del duque, lo demás se colige por sí solo. En mi blog, en entradas antiguas, y con los títulos de EL GRAN ESPECULADOR y LOS PASILLITOS SECRETOS, desarrollo algo de esta realidad.

Por fin se rehabilitó el palacio, hoy parador, y a su calor también otros negocios de hostelería y varios más que precisan imperiosamente que los visitantes puedan acceder con sus vehículos hasta la misma Plaza, allí dejarlos y marcharse una vez han comido un buen cordero y bebido un buen vino, amén de poder comprar chucherías y recuerdos. Y si hoy se prohibiese aparcar en la Plaza, todo eso se vendría abajo, y con ello un aspecto muy importante de la economía de la Villa de Lerma.

Y es que una cosa es peatonalizar y otra hacerlo con cabeza. Estoy de acuerdo con que la ciudad alta de Ibiza sea peatonal y de acceso restringido. Estoy de acuerdo con la peatonalización de Donostia, hecha con cabeza, calle si y calle no, pero no puedo estarlo con el gueto de Burgos, un círculo cerrado con acceso restringido donde se han asesinado para el comercio las calles de La Moneda y Almirante Bonifaz, amén de dedicar la Plaza Mayor a cualquier tipo de ruidosas actividades que nada tienen que ver con una peatonalización.

Volviendo a Lerma, es mejor dejar que los coches accedan y aparquen allí antes que matar su economía. Y no caben aparcamientos subterráneos porque toda Lerma es una gran agujero lleno de bodegas, al igual que Aranda, donde quieren repetir la barbaridad de hacer un subterráneo en su Plaza Mayor.

Y, por último, como advierto una referencia al cura Merino y se le llama héroe, me permito indicar dos cosas, una que ni siquiera era cura, y otra que de héroe no tenía nada, aunque sí de guerrero y carlistón, habiendo sido precisamente otro carlistón burgalés el que promovió el traslado de sus restos, si es que eran suyos, a Lerma, algo que no se entiende cuando el susodicho era de Villoviado, donde la bodega que tenía es hoy propiedad de un amiguete mío.

Perdonad la extensión de esta entrada, algo inusual en mí, y, por favor, que nade tome esto ni como corrección histórica ni como una especie de enmendar la plana a nadie. Simplemente que conociendo la historia de Lerma y su palacio, me parece que hoy por hoy es mejor dejar las cosas como están.

Por cierto, que hoy me toca comer en Lerma con ese grupo de profesionales que llevamos más de 30 años comiendo nuestro corderito varias veces al año. Entre ellos se encuentra el antiguo propietario del palacio, residente en Lerma de toda la vida, y que es quien me ha contado sus historias, las de verdad. Un saludo a todos. Facultad de Medicina.

martes, 15 de julio de 2008

PUEDE USTED...?

PUEDE USTED...?

¿Puede Ud. leer la hora en mi nuevo reloj de plata? Se lo preguntaba John Wayne a sus subordinados varias veces en las últimas escenas de la película. Y es que John Wayne, que hacía el papel de un viejo capitán de la caballería yanqui, estaba a punto de retirarse del ejército por edad y le habían regalado un reloj de plata, con su preciosa cadena y todo.

La acción transcurría en el viejo Oeste americano y la película era de John Ford, el maestro de le épica yanqui, que con su actor preferido formaron un dúo singular e irrepetible. La caballería americana en el viejo Oeste. Una fotografía espléndida, unos paisajes en color maravillosos con tonos ocres que sólo se ven en amaneceres y ocasos. Llanuras inmensas y viejos jinetes cabalgando de un sitio a otro, todo ello acompañado de una preciosa música pegadiza que entra en el cerebro y también lo impregna. Lo de menos eran los indios y lo de menos la acción. Lo que importaba de esa película, de cuyo nombre ni me acuerdo ni falta que hace, eran los personajes, sobre todo el del viejo capitán que se jubilaba y que miraba su reloj sin ver la hora, y de ahí que preguntase a sus subordinados al tiempo que se vanagloriaba del reloj que le habían regalado por su jubilación en la caballería americana.

Es un canto a la épica de la caballería americana en la conquista del Oeste, perfectamente descrita por John Ford en montones de películas y que ha impregnado el espíritu de los yanquis durante generaciones, incluso en la actualidad. Bien es cierto que todo aquello era irreal, pero en un país nuevo necesitan crear unas tradiciones que no tienen, como ese personaje del viejo capitán de la caballería yanqui que se jubila y a quien nada más jubilarse le ascienden a coronel y le nombran jefe de los exploradores de la propia caballería yanqui, para que muera en su seno y al fallecer le rindan honores militares. Desde luego, los yanquis son maestros en la creación de mitos. Lo malo es que se lo creen. Hoy el ejército yanqui tiene 1.400.000 efectivos y domina el mundo. Facultad de Medicina.

viernes, 11 de julio de 2008

UN NUEVO MERCADO

UN NUEVO MERCADO

Por fin algo nuevo, diferente, en la Plaza Roja, la del Gueto, por fin alguien tuvo una idea feliz, por fin se ha dedicado a su primitivo uso, el de mercado. Y es que los días 13, 14 y 15 de junio se llenó de coches usados que había que vender a fin de ayudar a los pobres concesionarios que tienen stock de usados y no saben darles salida, o sea que no saben bajar los precios.

Y así montones de coches en la Plaza Roja, en el Espolón, en la Plaza de la Libertad, etc. El caso es que eso empezó bien y el primer día era amable y bonito, pero llegó al día siguiente un descendiente de Henry Ford, ese que se forró con el modelo T, instaló su tienda de campaña en el centro de la Plaza Roja y, en vez de usar señales de humo, y quizás para demostrar que se ha modernizado, instaló unas torres de esas de las de meter ruido a puntapala. Escamado, envié a uno de mis espías para que me informase y me dijo que no solamente Mr. Ford, sino doña Mercedes y un japonés, un tal Muchibichi (o algo así) también metían un ruido del copón desde el mismo sitio. Niños asustados, abuelas gritando y ventas que los demás no podía cerrar a causa del ruido. Horroroso.

No podía ser, me dije, y dije a otro espía que fuese a cerciorarse y me dijo que lo que ocurría es que la concesión alemana, la japonesa y la yanqui eran todas de la misma familia, de donde se deduce que debe tratarse de una familia muy alegre y jacarandosa. Seguro que en su casa son totalmente verbeneros.

Con lo cual, y puesto que la próxima va a ser de tractores usados que los agricultores ponen a la venta a causa del precio del gasóleo, la siguiente de cabezas tractoras de transportistas, la siguiente de grúas usadas de la construcción antes de que se oxiden, y así sucesivamente, voy a lanzarme a la actividad mercantil y a instalar un puesto de churros detrás de la estatua del Carlitos para suministrar churros a las tabernas de la zona. Luego pondré una máquina automática de chocolate para tomarlo con los churros y más tarde un par de mingitorios automáticos para que la gente se alivie y cuando los jóvenes ediles del alcalde, esos consentidores, se enteren, pues ya me habré forrado Eso sí, prometo no meter ruido y dejar un pasillito para que puedan entrar los vehículos de emergencias, de residentes, taxis, etc. Lo prometo. Facultad de Medicina.

domingo, 6 de julio de 2008

LA CULEBRA Y EL SERRANO

LA CULEBRA Y EL SERRANO

Dice el dicho que si vas por el monte y ves a la vez a un serrano y a una culebra, es mejor que mates primero al serrano. No sé dónde he oído esa tontería, pero se dice, como si las culebras fuesen malas, que no lo son.

Coñas aparte, tampoco lo son los serranos. Lo que ocurre, y me lo ha contado un serrano de confianza, es que tienen su peculiar forma de ser, derivada de sus condiciones de vida. Por ejemplo, cuando un serrano se encuentra con otro, se saludan y uno pregunta al otro ¿de dónde vienes? Y el otro contesta: deahíeneso. Y si le pregunta que dónde va el otro contesta: ahíeneso. Y ambos siguen su camino tan contentos. ¿Qué se esconde detrás de ese diálogo? Pues una simple cuestión económica. Si el serrano desvela que viene de tal o cual sitio o paraje, el otro acude allí de inmediato pues sabe que algo tiene que haber que valga la pena: setas, caracoles, alguna trucha, algún conejo, etc. Y si el serrano da la pista de a dónde va, pues el otro serrano le sigue para observarle y ver lo que saca. Por eso son cautos. Porque están en su perfecto derecho de guardar sus secretillos, lo que en definitiva hacemos todos, serranos o no.

Conocí de chaval a quien había sido asistente de mi papi en la maldita guerra a la que tuvo que acudir. Un buen serrano. Estuve en su casa, en un pueblo maravilloso de la sierra, conocí a su mujer y a sus hijos, comí su buen chorizo y su buen pan, disfruté en una romería como un enano y guardo de los serranos un recuerdo estupendo, a lo que hay que añadir la enormidad de sus paisajes, las maravillosas lagunas de Neila, la laguna negra de Soria que cantó Machado, los pinares bien cuidados (por la cuenta que les tiene) y en los que, curioso, no hay incendios. Años más tarde estuve en un par de ocasiones acampado en la laguna negra. Aquello era impresionante, la paz, el silencio, ni un alma por allí. Como ahora, que si vas a la zona no encuentras más que coches de domingueros invadiendo la montaña con sus transistores, como si eso fuese disfrutar de la naturaleza. Pues que vivan los serranos y las culebras. Facultad de Medicina. Diario de Burgos. 1.7.08

jueves, 3 de julio de 2008

EL AFICIONADO

EL AFICIONADO

Hola. Me ocurrió el miércoles 2. Entré en una taberna del gueto para pedir un agua fresquita, sobre las cinco de la tarde, y dentro había un cuadrilla de gente bastante mayor; eran cinco y ví que rodeaban a un personaje como de unos ochenta añitos, con un pañuelo al cuello y un buen purazo en la boca. Estaban todos tomando un café y una buena copa de coñac cuando de repente el del purazo, todo contento, se puso a cantar y los demás a corearle.

Por supuesto que aquello era horrible, y no solo por las pintas del personal, que parecían... bueno, no hago comparaciones, sino por los gestos, las actitudes, las cancioncitas, en fin, todo.

Bien, pues me salí por no aguantar aquello, dí un paseo por el gueto y volví a entrar. Como el dueño de la taberna me conoce y sabe de mi aversión a los ruidos y advirtió mi fuga, me comentó luego que se trataba de una cuadrilla que venía todos los años a los toros desde Logroño y que el personaje principal, a quien todos rendían pleitesía a voz en grito, era el dueño de una importante bodega de la Rioja, de esas que facturan millonadas y contratan arquitectos de los de campanillas para estropear a modo el paisaje, y que le había regalado una buena botella de tinto.

Llegué a la conclusión de que ese tipo de personajes personifican al aficionado a los toros que va de plaza en plaza siguiendo a sus toreros preferidos para ver si les coge el toro de una vez y así disfrutan todos, torero incluído. Y llegué también a la conclusión de que tenemos lo que nos merecemos. Es posible que el capo en cuestión haya trabajado toda su vida como un cabroncete y merezca un buen pasar y disfrutar en sus últimos años, es posible que sus corifeos anden detrás de alguna prebenda y que él lo sepa. Todo es posible. Como también es posible que griten y griten y griten en las tabernas y en la plaza.

Dicen los entendidos en la cosa esa de los toros que se trata de un arte y que hay que presenciarlo en silencio. Me parece que nuestra plaza no debe ser de buenos aficionados. Por cierto, que la corrida esa salió bastante chunga. Qué le vamos a hacer. Un saludo.

martes, 1 de julio de 2008

PERO SI NO HAY CRISIS...

PERO SI NO HAY CRISIS...

Y no es porque lo diga el presi del gobierno, es que lo dice Miguelito, y con eso me basta. Y me baso para afirmarlo en hechos objetivos.

Si hubiera crisis las inmobiliarias devolverían el dinero negro que han cobrado al vender pisitos. El Sr. Sánchez Galán devolvería las sustanciosas cantidades que percibe el frente de Iberdrola. El Sr. Pizarro devolvería los más de dos mil milloncejos de pesetillas recibidos de Endesa. Las eléctricas renunciarían a subir las tarifas que las sirven, entre otras cosas, para pagar esas gabelas y otras más. El gobierno rebajaría la imposición sobre los derivados del petróleo. La gente se iría de vacaciones, pero al pueblo, nada de viajar. No se habrían vendido ya los vuelos a Mallorca desde el aeropuerto de Gamonal-Burgos. Nadie se gastaría 400 pelas en un vino mediocre y una tapilla de nada en las casetas de lujo, como tampoco iría a los toros con purazo al canto. Los taberneros bajarían sus desorbitados precios. Se saldría a la calle a pasear, no a consumir. Los camioneros dejarían de dar la tabarra y se meterían en agricultura, que es buen negocio y brazos hacen falta. Los emigrantes volverían a sus países de origen. Los bancos volverían a dar créditos baratos. No se fletarían 350 autobuses en Madrid para que los jóvenes acudan a un concierto de rock y se lo pasen pipa con el concierto y otras cosillas. Los denostados botellones de jovencitos alcohólicos de fines de semana dejarían de tener lugar. A ver qué demonios es eso de consumir alcohol a lo bestia.

¿Qué todo eso no se da? Pues entonces no hay crisis. Crisis buena la del 74 y siguientes, cuando salía del país el dinero de los cobardes por miedo a la muerte del dictador, aunque luego no pasase nada, cuando los intereses hipotecarios estaban al 16 o 18%, cuando se llamaba a los amigos por si iban a Madrid y tenían sitio para llevarle a uno. Eso era crisis. Lo de ahora una porquería. Pero si ni siquiera hay crisis en el partido popular. No sé por qué razón se oyen tantos lamentos cuando se sigue consumiendo como si nada pasase. En fin, que no me trago eso de la crisis. Facultad de Medicina. Diario de Burgos. 24.6.08