EL CHINO COCHINO
Siendo niño presencié el sacrificio de un cerdo en esa aldea maravillosa cuyo nombre guardo en mi corazón. No olvidaré la escena pero tampoco la voy a describir. Eran tiempos de necesidad para los agricultores de esta nuestra tierra, que mataban un cerdo al año, dos como mucho, para aprovecharlo todo, desde la sangre hasta las manos, y tirar luego del cerdo a lo largo del año y en la época de la cosecha, en la que dejaban los chorizos y lomos a los agosteros que se contrataban en el Espoloncillo, donde también veíamos a los charlatanes vendiendo peines, brochas y espejos. Tiempos de hambre, de los que ya nadie quiere acordarse, como si nos diese vergüenza, cuando son nuestra historia, nuestras raíces, de las debemos sentirnos orgullosos. Aquellos cerdos (chinos les llamaban) que se criaban en la cochiquera de enfrente comiendo mondas de patatas, pan duro, salvado y agua, todo mezclado, y que comían como lo que eran, como unos chinos cochinos.
Y hoy, con tanta opulencia, tanto adelanto y tanto cuento, vemos que tenemos jamones a puntapala, por todas partes, buenos y menos buenos, que se anuncian como si fuesen maravillas. Cuánto cuento con ese dichoso jamón ibérico. Ahora pretenden que ese nombre solo pueda usarse en ciertas zonas. Valiente tontería. Y todo para subir los precios diciendo que es jamón de bellota. Miren. Si sumamos los cerdos alimentados (?) con bellota y calculamos las bellotas que es capaz de comerse un chino cochino cada día y tenemos en cuenta que no todo el año hay bellotas, tendríamos que no ya toda nuestra Iberia, sino que a lo mejor con toda Europa no nos llegaba para tanto cerdo ibérico.
Y como en esto de la alimentación hay mucho cuento, lo mejor es que volvamos a nuestros ancestros y pensemos que si queremos un buen jamón no hace falta que nos garanticen la alimentación del chino con bellotas. Basta con comprar un pernil de cerdo normal en un matadero, llevarlo a cualquier pueblo de nuestra amada Sierra, prensarlo con sal y pimentón, curarlo al humo en la cocina castellana, secarlo en el desván, y tendremos el mejor jamón del mundo, sin marcas, sin marchamos, sin denominaciones, sin cuentos chinos, simplemente jamón. Y chorizos, lomos, salchichones, costillas, manitas, caretas, y lo que queramos sacar de ese nuestro amigo el chino cochino. Sin cuentos chinos. Qué cochinadas más ricas. Diario de Burgos. 12.2.08
Siendo niño presencié el sacrificio de un cerdo en esa aldea maravillosa cuyo nombre guardo en mi corazón. No olvidaré la escena pero tampoco la voy a describir. Eran tiempos de necesidad para los agricultores de esta nuestra tierra, que mataban un cerdo al año, dos como mucho, para aprovecharlo todo, desde la sangre hasta las manos, y tirar luego del cerdo a lo largo del año y en la época de la cosecha, en la que dejaban los chorizos y lomos a los agosteros que se contrataban en el Espoloncillo, donde también veíamos a los charlatanes vendiendo peines, brochas y espejos. Tiempos de hambre, de los que ya nadie quiere acordarse, como si nos diese vergüenza, cuando son nuestra historia, nuestras raíces, de las debemos sentirnos orgullosos. Aquellos cerdos (chinos les llamaban) que se criaban en la cochiquera de enfrente comiendo mondas de patatas, pan duro, salvado y agua, todo mezclado, y que comían como lo que eran, como unos chinos cochinos.
Y hoy, con tanta opulencia, tanto adelanto y tanto cuento, vemos que tenemos jamones a puntapala, por todas partes, buenos y menos buenos, que se anuncian como si fuesen maravillas. Cuánto cuento con ese dichoso jamón ibérico. Ahora pretenden que ese nombre solo pueda usarse en ciertas zonas. Valiente tontería. Y todo para subir los precios diciendo que es jamón de bellota. Miren. Si sumamos los cerdos alimentados (?) con bellota y calculamos las bellotas que es capaz de comerse un chino cochino cada día y tenemos en cuenta que no todo el año hay bellotas, tendríamos que no ya toda nuestra Iberia, sino que a lo mejor con toda Europa no nos llegaba para tanto cerdo ibérico.
Y como en esto de la alimentación hay mucho cuento, lo mejor es que volvamos a nuestros ancestros y pensemos que si queremos un buen jamón no hace falta que nos garanticen la alimentación del chino con bellotas. Basta con comprar un pernil de cerdo normal en un matadero, llevarlo a cualquier pueblo de nuestra amada Sierra, prensarlo con sal y pimentón, curarlo al humo en la cocina castellana, secarlo en el desván, y tendremos el mejor jamón del mundo, sin marcas, sin marchamos, sin denominaciones, sin cuentos chinos, simplemente jamón. Y chorizos, lomos, salchichones, costillas, manitas, caretas, y lo que queramos sacar de ese nuestro amigo el chino cochino. Sin cuentos chinos. Qué cochinadas más ricas. Diario de Burgos. 12.2.08
15 comentarios:
Vaya qué interesante, no sabía que a los cerdos se les llamaba chinos, y tampoco había caído en lo de las bellotas... jopé,¿de qué nos podemos fiar? a partir de ahora ya no voy a mirar el jamón de bellota de la misma manera, porque habitualmente sólo lo miro, no creas...;P
Tienes razón Manzacosas. Hay demasiada obsesión recientemente por las denominaciones de origen, las vitolas de calidad, la recomendación de grandes chefs... Y todo esto con el único fin de subir el precio a la ya de por si cara "cesta de la compra".
Un saludo.
Si no acabara de cenar, me habrías despertado el hambre.
Me ha gustado mucho lo que dices en el comienzo del artículo: cómo nos hemos olvidado de lo que hemos sido hace nada. No dejamos de tener mentalidad de nuevos ricos y claro, así nos dan gato por liebre en cuanto nos ven del pie del que cojeamos. Eso sí, a precio de cochino de lujo.
Ay, Mafaldia, qué jovencita te veo, pero te veo con cariño. Pues sí, se les llamaban chinos. Y no hay bellotas para todos. En 2.006 se exportaron 22.400 toneladas de jamón y paleta ibérica. Luego está el consumo nacional.
Hola, Rubén. No es que haya obsesión, es que está todo preparado para subir los precios. Ví nacer la denominación de Ribera del Duero, y vinateros que vendían la cántara de clarete a 350 ptas. en los años 70-80 se han forrado con el cuentecito del origen. Igual ocurre con Rioja, solo que estos son más antiguos. Un saludo
Hola, Pedro. Sí nos olvidamos de los ancestros. Es como si tuviésemos vergüenza, pero también te aclaro que en la aldea de mis amores iba a pedir un día en la cantina un bocadillo de jamón del suyo y me pedían 1.000 pelillas, o sea 6 eurillos. Aquí todos se apuntan al bombardeo. Lo pedí de salchichón. Un saludo
Cochino, guarro, cucho, puerco, cuto, chon, chancho, gorrino, jalufo...
Hombre, Ucraniano. Hora era de verte por estos lares. Supongo sabrás de dónde viene el término de jalufo, porque lo uso bastante. Un saludo.
Ay, Mafaldia, qué jovencita te veo,
Ay, Manzacosas, que no, que aunque parezca pueril es por inmadurez, que nunca más volveré a cumplir en la década de los treinta, buaaaa.
Es más bien que siempre he sido un ratón de ciudad.
No solo pasa con el cerdo (no puede haber tantas bellotas para alimentarles), lo mismo ocurre con el vino Rioja (imposible que haya tantas uvas en la Rioja) y con la leche (ciertas marcas se abastecen de otras más pequeñas)
El mundo es una estafa desde el cerdo de comer hasta el cerdo de gobernar.
Un saludillo.
Hola, Macacolandia. Pues no, no puede haber tanta bellota suelta. Es imposible. como tampoco hay tanta uva en la Rioja, aunque sí en la Mancha. Y eso de las leches depende, pues también se importan. En cuanto a que gobiernen los cerdos, ya tuvimos uno durante muchos años. Prefiero a los actuales, que al fin y al cabo los elegimos nosotros. Un saludo
Ay, Mafaldia. Que no, que no eres inmadura, ni mucho menos, pues no lo demuestras, pero sí eres joven. Y lo mío es envidia. Qué le vamos a hacer. Un saludo
En cualquier pueblecito de Burgos, podemos disfrutar aun de muy buenas matanzas. Sin tener que pagar por un bellota o un ibérico con sello y acreditación incluida, podemos dar un buen placer al paladar. Yo al menos todos los años disfruto de la fiesta de la matanza.
Hola, ayla. Gracias por tu comentario y estoy totalmente de acuerdo. Precisamente por eso escribí el mío. Un saludo
Como verás, me estoy leyendo todos tus posts. Me gustan. Lo de los alimentos, ¡Ay..! ya no saben como antes. No señor. El único lugar donde he comido verduras que me supieron a mi infancia fue el año pasado en Assilah, Marruecos. Además me encantó el ambiente. Es la España de antes de la dichosa y maldita globalización. Todavía se ven burros por la calle y gente sin coches andando, hablando y riendo. En cuanto puedo, me escapo. Besotes, M.
Muy interesante este post.
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Muy interesante éste post
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Un saludo.
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