domingo, 18 de enero de 2009

YO CONFIESO




YO CONFIESO

Y confieso a mi manera. Maravillosa canción en los años 70 de Mari Trini, esa mujer que cantaba sobre la vida, la existencia, el amor, la tristeza.

Me he metido con funcionarios, ediles, taberneros, cohetantes, visionarios, cazadores, cazadotes, ambiciosos, codiciosos, en fin, con toda clase de gente que puebla nuestra Iberia, y creo que es la hora de confesarme.

Y no puedo ir, como íbamos de chavales, a los jesuítas, al padre Ibero, nuestro preferido porque estaba sordo y le decíamos toda clase de burradas. Sé de quien le dijo: me acuso de haber matado a mi padre, y el otro contestaba, pues no lo hagas más, hijo mío, y reza dos avemarías. El cachondeo con el sordo estaba asegurado, pues dijeses lo que le dijeses siempre recetaba lo mismo, con lo que tenía colas mientras sus confesores vecinos estaban en el paro miserable.

Tengo, pues, que confesarme en público, y a través de este medio, de que estas líneas me han servido para pecar metiéndome con el prójimo, y debo pedir perdón. A los funcios por acusarles de ineficaces; a los ediles pues no digamos; a los taberneros por decirles una y otra vez que son unos tabas y que lo único que les interesa es la pasta a costa de la salud ajena al permitir fumar en sus tabernas; a los visionarios como yo por intentar cambiar un mundo que no se puede cambiar; a los cazadores por ir al monte a matar animales, aunque siempre serán mejores que los que quieren matar seres humanos; a los cazadotes, bueno, a esos hasta les entiendo siempre que dejen a la mujer satisfecha en el aspecto que las interesa (amabilidad, ayuda en la casa etc. ¿qué se habían pensado?); a los ambiciosos y codiciosos, bueno, a esos de pedirles perdón nada, que se vayan a freir puñetas.

Y creo que lo más sincero que puedo hacer es decir que pienso seguir metiéndome con los citados por las mismas razones que he tenido hasta ahora. Y si no, mentiría, y como no quiero mentir, a por ellos, a ver si de una vez se consigue, por ejemplo, que los taberneros impidan fumar en sus apestosas tabernas, como se hace en toda Europa sin que pase nada. Facultad de Medicina.

7 comentarios:

Francisco O. Campillo dijo...

A por ellos, que son pocos y cobardes.
Facultad de Medicina.

Anónimo dijo...

La verdad es que los bares y tabernas también ganarían si prohibiesen fumar en ellas. Existe gente que se priva de la vida social en las mismas precisamente por el humo.

Merche Pallarés dijo...

¡Otro excelente artículo de nuestro querido y añorado Manza! Parece que escribió bastantes... ¡qué bien! Le seguiremos leyendo. Muchos besotes, M.

Anónimo dijo...

!qué susto! Manza, menos mal que el tema del falso culpable tantas veces tratado por el Gran Hitch nos da la pista para seguir leyendo y encontrarte tan reivindicativo como siempre. saludos para todos.

Teresa dijo...

Entre que el tabernero no deposita sus pinchos tras una cámara y el fumador echa su humo al pincho, sigue revolviéndose la tripa y no me comeré nada así de atufado. Y ese jamón ibérico sufriendo el ataque del puro y cigarro... ya no sólo es respirar, sino comer

Fuentecillas dijo...

¡¡ Que caña de entrada¡¡ Joio, como tu decías. Me encanta. Eres irrepetible.
Fuen

Pedro Carcedo dijo...

Conocí al jesuita padre Ibero. Así era.
Es un regalo poder seguir leyendo artículos de Manzacosas. Nos mantienen vivo su recuerdo.
Facultad de Medicina.