domingo, 23 de septiembre de 2007

LOS COHETANTES

Cohetantes son las personas, con derechos amparados por la Constitución de los españolitos, que se dedican a lanzar al aire caros artefactos que al llegar a cierta altura explotan con un ruido atronador, ruido que se oye en toda la ciudad, pues de eso se trata, de meter ruido y de que el ruido se oiga pero bien oído.

Cohetados somos los demás, los que sin meter ruido oímos, queramos o no, el que meten los cohetantes. Como buen cohetado, me pregunto qué finalidad puede tener la cohetación. A lo mejor se trata de un festejo que merezca la pena a los cohetantes, no sé, una boda, un bautizo, una comunión, un divorcio o incluso una defunción con herencia, que de todo hay, pero sea lo que sea está claro que los cohetados no podemos llegar a saber qué demonios celebran los cohetantes, ya que su acción permanece en el anonimato. Nadie sabe de qué va la cosa, pues en el cielo, por mucho que miremos, no aparece el motivo de la celebración.

Lo que sí vemos y oímos los cohetados es que hay unos cuantos bárbaros que no respetan el silencio, ni la paz bucólica de nuestra amada ciudad, ni el descanso de los durmientes, ni a los pobres animales que salen volando los que tienen alas, o que se esconden como pueden los que no las tienen, ni siquiera el necesario reposo de ancianos y de enfermos, sobre todo los terminales. El caso es que son unos pocos, muy poquitos, pero cómo se les oye. Qué satisfacción deben sentir en su fuero interno cuando lanzan al aire sus cohetes, qué gozada debe suponerles sentirse importantes en ese momento sabiendo que nadie va a ir a por ellos porque la prueba de su acción se esfuma en el aire y quien les acompaña no les va a delatar. Inútil recurrir a nuestra policía porque todos sabemos su respuesta. Inútil recordar a los santos, sobre todo la santa, ascendientes de dichos bárbaros, porque tampoco se enteran de nada. Lo sabrán cuando estén enfermos y necesiten reposo y silencio.

¿Algún remedio para evitar tanta barbarie? Sí lo hay, y como depende de cierta autoridad administrativa, que percibe un hermoso sueldo por velar por los intereses de los ciudadanos, que tome debida nota y actúe en consecuencia, pues, como dicen los castizos, para eso cobra. Y si no quiere hacer nada, que deje su puesto a otro que esté dispuesto a acabar con la barbarie de la cohetación. Un saludo a los cohetados. A los cohetantes ni agua.

Miguel Ángel Manzano. Diario de Burgos. 12.6.07

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