viernes, 2 de noviembre de 2007

EL HUEVO DE COLÓN

EL HUEVO DE COLÓN

Colón fue un hombre de gran renombre, el nuevo mundo él descubrió, y además fue el primer hombre que puso un huevo de pie. Lo aprendimos de nuestros papis y lo enseñamos a nuestros hijos. Colón y su huevo (en singular).

Y sus tres carabelas, que un día zarparon de Palos, anduvieron por ahí unos mesecitos y regresaron, pero no al mismo puerto, sino a otro. Eso de que volvieron a la amada España no es correcto, pues Cristobalito, que de tonto no tenía un pelo, y a lo mejor era portugués, desembarcó en Lisboa, y allí estuvo una semanita. Y mientras su tripulación descansaba y se solazaba con las cortesanas lisboetas, pues él a negociar con el rey de Portugal lo que se podía negociar, que si riquezas, que si territorios, que si esclavos, lo que traía. Pero como el rey de Portugal no tenía ganas de enfrentarse al de Aragón por unas cuantas posesiones más o menos, pues no llegaron a un acuerdo y Cristobalito embarcó a su tripulación, ya aliviada, y se volvió a un puerto español, donde dijo que llegaba de hacer las Américas (lo que era cierto), y traía consigo ciertas riquezas y unos cuantos indios que fueron vendidos como esclavos indignos. Y alguna afición tenemos a eso de la esclavitud, pues nuestro país fue el último en abolirla, además de tener un prócer beatificado que fue un gran traficante de esclavos. Qué ganas, señor, de dar la tabarra en territorios ajenos y de traernos a sus habitantes como prueba de que hemos estado allí. Vaya época que les tocó vivir a esos aventureros de marras, que andaban por esos mundos de dios enviados por sus católicas (?) majestades para cristianizar el mundo a golpe de espadazos, y de paso trincar a sus bellas jovencitas y recoger como tributo para el rey cristiano (y para financiar sus viajecitos) cuantos presentes tuvieran a la vista de escaso valor: metales amarillos, grises, etc. Total, como los nativos no les apreciaban, pues para qué les querían, y mejor estaban en los arcones de los conquistadores, que para eso hacían los viajecitos, viajes que había que pagar, pues los marineritos cobraban, los armadores también, sus católicas majestades otro ídem, los curas que llevaban en los barquitos gratis no irían, digo yo, y así continuamente, y lo que quedase pues para Cristobalito. Lo que nadie entiende es cómo este hombre pudo morir (dicen) arruinado. Algo raro pasó con ese tema. Diario de Burgos. 30.10.07

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